La Educación y las Competencias

viernes, 24 de octubre de 2008

Normalmente hablamos de educación como un proceso formal en el cual la persona que “va a ser educada” tiene un rol “pasivo” en el cual recibe la información de quien “lo va a educar” que tiene un rol activo.

Si recurrimos al diccionario el concepto educación tiene como una de sus múltiples acepciones:”Instrucción por medio de la acción docente, lo que en principio refuerza lo mencionado en el párrafo anterior.

Por otro lado, de acuerdo con la tesis de Levy Leboyer “las competencias ponen en práctica, de forma integrada, aptitudes, rasgos de personalidad y conocimientos adquiridos” de manera que para educar en base a competencias, se rompe el esquema tradicional de la educación, ya que ambas partes (educador y educando) juegan un rol activo desde diferentes perspectivas.

Educar las competencias es un proceso integrador, práctico y de conjunto entre quienes lo constituyen.

Se desarrollan de distinta manera, ya que cada persona es única e irrepetible y por lo tanto su proceso de formación, en principio será distinto al que pueden tener otras personas, pudiendo ser en forma, tiempo, reacciones.

Lo interesante de la formación de las competencias radica en la posibilidad que las personas tenemos para manejar de manera sobresaliente los conocimientos, las habilidades y las actitudes.

Generalmente en las instituciones educativas formales, la prioridad se orienta al conocimiento.

El enfoque que ahora se pretende dar está orientado en tres facetas: la del saber, la del saber hacer y la del ser.

Para poder lograr el desarrollo de estas tres facetas, debemos en consecuencia educar en el conocimiento, en el desarrollo de las habilidades y en el de las actitudes, buscando consecuentemente el balance entre los componentes del modelo que se muestra en el esquema.

Si logramos mantener el balance en el triángulo, estaremos en posibilidades que una persona se desarrolle armónicamente para ser más apta y para mantener su interés en trascender haciendo las cosas bien y de la misma forma enseñando a otros a que también lo hagan. En este momento los procesos de educación toman otro enfoque: se aprende a aprender y se desaprende para reaprender.

Al educar las competencias (del hecho de hacer competentes a las personas más no competitivas) podemos mencionar beneficios tales como:

El desarrollo de las capacidades no viene dado de fuera de la persona; la persona misma es quien lo define en función de su entorno y circunstancias.

Se articulan coyunturalmente los aspectos teóricos y prácticos, que con frecuencia se desasocian.

Se pueden palpar en resultados tangibles los efectos de los procesos educativos.

Se desarrolla la persona desde el punto de vista integral y balanceado.

La educación de las competencias es un proceso contextual, deja de ser un proceso aislado.

Se funden los conocimientos tácitos y los explícitos que según los autores Nonaka y Takeuchi dan un sentido diferente a los enfoques de enseñanza aprendizaje. (Conocimiento explícito, se puede transferir a través de explicaciones concretas. Conocimiento tácito es el que se transfiere con base a experiencias y vivencias más no con explicaciones concretas).

Cada cultura y organización debe, por tanto desarrollar sus propias competencias, es decir definirlas y explicarlas para que a nivel de cultura de la organización, ésta sea capaz de ubicar a las personas dentro del contexto y una vez hecho esto, reconocer el nivel de manejo, conocimiento o dominio que la persona tiene con relación a la asignación de roles y responsabilidades.

Una vez logrado esto, es decir evaluar el desempeño y el nivel requerido para un buen logro, se debe definir en conjunto, entre quien ejecuta y quien requiere un buen desempeño, las acciones necesarias para poder llevar a un buen nivel de desempeño esa competencia definida para diferenciar primero a la persona y después a la organización, como una de éxito orientada a satisfacer eficientemente las necesidades acordadas con el cliente.

No se debe esperar a: “...que se le diga a la persona lo que debe hacer”, se pasa a: “...vamos negociando la manera en que puedo ser una mejor persona”.

El desarrollo personal deja de ser la responsabilidad “de otro” y se reconoce; como un proceso de crecimiento propio al hacerlo la calidad de vida personal cambia y, en consecuencia, la de aquéllos con los cuales convivimos.


extraido de :http://www.ambienteplastico.com/artman/publish/article_444.php


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